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Mostrando entradas de 2016

Relatos enajenados. "Comediantes."

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Comediantes. Como timbales retumbaban en su cabeza los abucheos. Una mezcla de vergüenza y rabia lo estaba quemando por dentro con mucha más fuerza que el quinto coñac que acababa de meterse entre pecho y espalda. No había conseguido arrancarles a aquellos cretinos otras carcajadas que la que induce el desprecio. Risas con sorna, cínicas burlas mal intencionadas que duelen más que una puñalada en el hígado. Levantó la mano y en cuanto la camarera se le acercó señaló la copa vacía. La mujer escanció el licor sin quitarle el ojo a aquel individuo que empezaba a mostrar síntomas de embriaguez.  El brebaje desapareció en un suspiro por su garganta, exigió que le sirvieran otro trago. Le fue suficiente a la camarera cruzar la mirada con quien que parecía el encargado, para mandarle un claro mensaje de alerta. Este asintió y la copa volvió a estar llena. ¿Qué podían saber los parroquianos de aquel tugurio de mala muerte sobre lo que es el humor "inteligente"? Debería de haber a

Los absurdos cuentos de la bruja Terciopelo. "La judía mágica."

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Planté una judía mágica y me brotó un estado sionista. ¡Menudo se ha puesto el califa! En mi contra ha promulgado una sharia, de pensarlo me sale urticaria. ¡Lapidadla, lapidadla! Grita Sherezhade, la cosa esta que arde y tengo a los cuarenta ladrones pegados a los talones, cargados de dinamita en plan comando palestino. Pero para genio, el de Aladino, empeñado en pasarme a cuchillo el muy cretino. Suerte que, como dice mi madre, soy un encanto y lo he convertido en sapo. Me puse en manos de mis contactos entre la nobleza. “¡Que le corten la cabeza!” Joder con la reina de corazones, con amigas como esa, veremos cómo me lo monto para salir ilesa de esta.  Menuda mierda, si lo sé planto lentejas.

Otoño. / Los pretendientes.

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Otoño. No me calma la sed beber de tus lágrimas, me daña la espalda soportar la carga de tu silencio. Sentirme un necio cuando al llegar a casa, sobre la mesa me encuentro las frases ya hechas, en la sartén los reproches y la pasión en la nevera. Una pena que sobre la tierra hayan mas tontos que locos, no recuperar un poco de la maliciosa inocencia de cuando niño. Nada te pido, nada me dices y las perdices pululan felices sin temer acabar de menú. Tú y yo, codo con codo y sin embargo tan solos. Fue de otro modo en la plenitud del verano, pero llegó el otoño para pudrirlo todo. Los pretendientes. Armados tan solo con palabras, aparecieron el bufón, el soñador y el seductor. En una esquina permanecía oculto el huraño, observando en silencio..  Empezó el combate dialéctico y en un pedestal, el trofeo por el que se baten en duelo. El payaso la hizo reír, lo abrazó como a un amigo y el bufón se retiró a un rincón cabizbajo. En el circo de la vida, no vasta con decir

Cuentos de viejas.

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Sesenta y ocho historias sobre la cubierta a cada cual más truculenta, pero ninguna comparable a la del capitán de la nave. Nadie nace pirata, a nadie lo paren en la oscuridad de los sollados, a nadie salvo a Pete Haycok, del que se asegura que corre agua salada por sus venas y que es por esa carencia de sangre por lo que se alimenta de la de los desgraciados que se cruzan en su camino. Una reputación terrible de la que sabía sacar partido. Lo cierto es que no distaba en lo sanguinario de cualquier otro de los miembros de su tripulación, que lo de beber sangre no era más que otra de las muchas patrañas que sobre él se contaban. En cierta ocasión que apresemos un galeón flamenco, degolló al capitán cautivo y llenó con el rojo líquido una copa con la que fingió calmar la sed. Fue una grotesca pantomima, pero aquellos afortunados por los que se pagó rescate corrieron con el cuento del aberrante acto acrecentando de esa forma la oscura leyenda de Pete. Ahora que ha llegado el final, que

Belleza interior,

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Belleza interior. Algunas personas no se dejan impresionar por los estereotipos y los cánones pre establecidos por las modas del momento. El atractivo no es mas que la fachada, el escaparate con el que nos presentamos a los ojos de los demás. Pero Jack era capaz de ver mucho mas allá del envoltorio y no se dejaba impresionar por el papel de embalar adornado con bonitos lazos, si el interior no albergaba algo más que superficialidad anodina. Por diferentes motivos ambos necesitaban compañía y el destino quiso que Jack y Catherine se encontraran.  Él, un distinguido caballero de finos modales, inteligente, elegante y educado. Ella, por el contrario, era vulgar, de una extracción social baja y una educación recibida en la calle. Pero eso a Jack no le importaba.  Desde que sus ojos se cruzaron con los de ella, sabía que aquella mujer sucia y menuda a la que la vida había maltratado, tenía mucho que darle, mucho que compartir.  Pasearon hasta bien entrada la madrugada, habland

Los absurdos cuentos de la bruja Terciopelo.

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La princesita cautiva. Corrió el rumor en la taberna. Atrapada entre los muros de la húmeda mazmorra... ¡Una damisela en apuros!  La custodia la bestia que escupe fuego por las fauces, demoníaco gigante salido del mismo averno.  Alzan las copas los caballeros, henchidos de ardor “birrero”. Brindan y apuestan, por quién de ellos, rescatará a la noble dama y se llevará por paga la mano y la dote. Parten al galope, brillan las armaduras bajo los rayos del sol. Raudas, las monturas se aproximan al castillo. Lanzas en ristre, parapetados tras los escudos, embisten los muros ciegos de orgullo. Arriba de la almena, ella.  Grita pidiendo ayuda, rubia y desvalida dando como buena diva el do de pecho. Acuden los recios hidalgos al rescate y ya muy cerca de las puertas. ¡La bestia! La cosa esta que arde y huele a barbacoa. Desciendo de la torre todo lo aprisa que me permite la falda del largo vestido, al tiempo que me libro de la rubia peluca. Impaciente, me espera en la puerta el